miércoles, 14 de enero de 2009

Siempre nos quedará París.



Saboreando el que será el primer café del día repaso mentalmente lo sucedido hace dos noches... "tiene narices" me digo a mi misma mientras balanceo la cucharita en la taza.

Habeis visto una película repetidas veces con la esperanza de que esa vez el bueno se de cuenta de su error, rectifique y cambie el final? Bueno, pues esta vez yo fui espectadora y guionista para terminar lamentablemente como protagonista principal de esta película infame.

Cual Mia Farrow en La Rosa Púrpura del Cairo conocí al "prota". Viendo emocionada como sufría en pantalla decidí avisarle de su destino cruel sin pensar que mis palabras esta vez sí serían escuchadas.

"Ten cuidado!" grité...y sorprendentemente él me escuchó, ladeó la cabeza, me miró, ofreció su mano a la mía y me invitó a entrar...

Desconcertada y exultante entré vacilante pero sin temor, ese día iba a ser grande. El final de una historia iba a cambiar gracias a mí!
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Lo primero que debía hacer con urgencia era transformar el guión, los decorados e introducir algunos personajes, así que me puse manos a la obra y adquirí el rol de directora de producción.

Añadí diálogos, presenté pruebas y seguí actuando... aunque una vez dentro de la trama me di cuenta que iba a ser muy difícil llegar al objetivo, pues el actor principal en cuestión tenía su anterior personaje tan aprendido que le fue muy difícil memorizar las frases de su nuevo papel.

Después de horas de rodaje y muchos gastos de infraestructura (sobre todo mental) el film fue tomando cuerpo y como Scarlett O'Hara vi la luz y un futuro nuevo con final feliz.

Terminado mi cometido y con la satisfacción en el cuerpo que deja un trabajo bien hecho, pero con pena en el alma me despedí del actor con un beso y un "siempre nos quedará París".

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Ayer volví a ver de nuevo esa película con final feliz, esta vez gracias a mí.

¿Me felicitaría alguien? ¿Sería reconocido mi duro trabajo? ¿Saldría el actor principal de nuevo para pedir al público que me aplaudiera?

No, nada mas lejos que eso.... qué ocurrió? Muy sencillo... justo después de salir del cine, alguien más vió esa película.... decidió también que mi guión no le gustaba y también decidió cambiarlo.

Mi papel de guapa heroína a "Lo que el viento se llevó" fue convertido en la malvada Angela Channing. Y por supuesto, el galán renegó de mí por mala, embustera y vieja.

Creo que lo mío no es el cine, aunque ahora mismo me sienta Gilda después de la bofetada.

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